Por Abel Novillo

Para LA GACETA - TUCUMÁN

Nuestra provincia de Tucumán se distinguió mundialmente, desde toda su existencia por sus características climatológicas, tan benévolas y peculiares, con sus curiosos y especiales microclimas, como por los marcados cambios ecológicos y geológicos que presenta en porciones físicas geográficas extremadamente pequeñas; también por su fauna abundante y variada; por su flora, exótica y exuberante; por la particularidad de sus riquezas forestales, sobre todo en las zonas del piedemonte, donde la diversidad de especies de primer nivel, crearon, allá lejos en el tiempo, su primera fuente de riqueza y desarrollo y, donde la belleza extasiante de sus paisajes, con sus puestas de sol de infinitas luces espectrales en la policromía mágica de las altas cumbres del Aconquija, níveas en invierno y azules cobalto en el verano, esconden, al final del día, al astro rey en los eternos abismos invisibles del poniente.

Pero lo que más caracterizó a Tucumán, a lo largo de toda su historia, sobre todo desde el siglo XIX a este tiempo, fue la intensa actividad intelectual y artística de sus pobladores. Todas estas virtudes estéticas, que conforman en un solo concepto a la provincia de Tucumán, merecieron a través de los años que diversas personalidades de primer nivel del mundo, detuvieran sus plumas talentosas en loas y descripciones de nuestras bellezas naturales y de nuestra gente.

Paul Groussac, por ejemplo, el célebre francés que se aquerenciara algún día de fines del siglo XIX, entre nosotros, no escatimó tinta ni papel para cantarle loas, lo mismo que el polifacético Ricardo Jaimes Freyre, de nacionalidad boliviana pero que, enamorado de  nuestra ciudad, decidió adoptarla como propia y que con su «mostacho» y su «chambergo» atucumanado, supo hallar la musa inspiradora, como cuando decía: “En la cumbre lejana y sinuosa/ moría la tarde./ Tendió otra vez sus alas/ mientras rojos celajes envolvían/ la lanza de Palas...”  

Pero otras muchas celebridades dejaron también, para la posteridad, sus observaciones respecto de haberse hallado con una provincia esplendorosa, rica, pujante, esperanzada.

El Jardín

El inglés Joseph Andrews, marino, que fuera capitán del «Windham» (barco con historia propia, que pertenecía a la Compañía de las Indias y que fuera vendido a Chile en 1818, donde se le aparejaría como fragata y se le bautizaría «Lautaro»; sería el luego famoso navío, de gran protagonismo en las acciones por la independencia de Chile y Perú en aguas del Pacífico).

Andrews fue comisionado por una empresa minera multinacional y visitó nuestra provincia entre julio y agosto de 1825. Dos años más tarde, en 1827, publicó en Londres una obra con XVII capítulos que titulara Viaje de Buenos Aires a Potosí y Arica.

En las interesantes experiencias de su viaje, el capitán Andrews, anonadado por la exuberante belleza de nuestra pequeña querencia, para su descripción, le dedicaría dos capítulos y medio de un apasionante relato. En sus crónicas, Andrews, ya por entonces, bautizaría a nuestra Provincia como “El Jardín del Universo”.

Esta literatura, originariamente escrita en inglés y traducida a nuestro idioma por don Carlos A. Aldao, señala también un momento muy importante de nuestra propia historia y advierte, con bastante buen criterio, sobre las potencialidades industriales y comerciales de esta circunscripción del interior del Río de la Plata.

Por 1860, con el sello de la editorial «París, Firmin Didot Freres et Cia. 1860», se presentaba, con gran fiesta en el Club de Julio, de San Miguel de Tucumán, y con su autor Martín de Mousay como disertante, la importantísima obra Description Geographique et Estatistique de la Confederatión Argentine. En dicha obra, de finísima encuadernación, Mousay ofrecía un valioso aporte sobre todo lo que modernamente se concebía en la Europa de vanguardia en materia de cartas, señalizaciones, códigos, cotas, ríos, lagos, etc., referidos a nuestro país.

Para tan importante realización había contado con el entusiasmo y el apoyo del general entrerriano don Justo José de Urquiza.

Poco después, los tucumanos tuvimos el privilegio de recibir al doctor Carlos Germán Burmeister, el famoso médico, naturalista y educador, que viniera especialmente a esta ciudad a tomar exámenes en el colegio San Miguel, allá por 1862, invitado por el célebre Amadeo Jacques, por esos tiempos director de ese establecimiento. Burmeister diría de ese colegio que le parecía de los mejores de la Confederación y hasta superior en su nivel, a un Gimnasio alemán de primera clase.

Sobre Tucumán, pertenece también a Burmeister esa magnífica obra que tituló Descripción de Tucumán, en la que el autor relata, sin ahorrar adjetivos, cuanto hacía a la vida, a sus realidades y a las hermosuras todas del Tucumán de entonces.

Por su parte, el célebre escritor italiano don Edmundo de Amicis, en su mundialmente conocida obra Corazón, de fines del siglo XIX, en uno de los cuentos que la integran, titulado “De los Apeninos a los Andes”, también gentilmente se detiene a describir nuestra provincia con elogiosos conceptos.

Siglo XX

Georges Clemenceau, conocido político, filósofo francés y jefe de gobierno en la Tercera República, en 1909 dictó en la Biblioteca Sarmiento su célebre conferencia sobre “La Acción de Francia en Beneficio de la Civilización de los Pueblos”, asombrando al público con su erudición. Al principio de su alocución, trazó una semblanza en extremo elogiosa de Tucumán y de sus excepcionales condiciones.

Hacia 1910 se registró en nuestra ciudad capital, la visita del militar y diplomático alemán, el mariscal Von der Goltz, quien dictara conferencias y charlas en nuestro medio, lo mismo que «mecié» Jean Boudin, representante del gobierno de Francia, especialmente arribados a los festejos del centenario de nuestro 25 de mayo de 1810. Ambas personalidades se refirieron a Tucumán, a sus condiciones y a su gente, en conceptos muy elogiosos y profundos, propios de quienes, sin duda, habían estudiado meticulosamente nuestras particularidades geográficas, climáticas, sociales, culturales y artísticas.

Poco después, en octubre de 1911, arribaría el famoso escritor y periodista parisino Jules Huret, conocido mundialmente por unas interesantes encuestas sobre la evolución literaria universal. Poco tiempo después de su estadía entre nosotros, ya en París, publicaría sus libros De Buenos Aires al Gran Chaco y Del Plata a la Cordillera de los Andes. En el primero de ellos, en varios párrafos hace elogiosas crónicas descriptivas de las semblanzas de Tucumán, su ecología, sus bellezas naturales, sus adelantos culturales y la peculiar idiosincrasia de su gente.
En consecuencia, a los tucumanos nos cabe el orgullo y el honor de nuestra universalidad y la obligación, naturalmente, de comprometer todos nuestros esfuerzos diarios para hacer que este Tucumán célebre, resulte cada día más digno de pertenecer a los lugares «elegidos» del mundo, a mantenerlo, consecuente con toda su historia, heroico, rico y, sobre todo, generoso con sus hijos.

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Abel Novillo - Historiador y escritor tucumano.

Autor de 24 novelas históricas.